Los animales necesitan agua para vivir y los seres humanos no somos una excepción. En concreto, según los datos de las Naciones Unidas, una persona necesita entre 50 litros y 100 litros diarios de agua para llevar un estilo de vida saludable tanto desde el punto de vista del consumo como desde el punto de vista de la cocina y la higiene personal. La pregunta es: ¿de dónde viene el agua del grifo que nos la proporciona?
Agua corriente: todo el proceso
Todos nosotros hemos crecido en una sociedad en la que un simple movimiento de muñeca en un grifo daba lugar a un chorro de agua. Lo tenemos completamente normalizado y solo cuando ocurre alguna catástrofe, como Filomena y el congelamiento de las tuberías, entendemos qué tan desagradable es la vida cuando falla el agua. A continuación vamos a conocer todo el proceso que permite que disfrutes del agua potable.
Captación
El agua no nace de la nada. El agua que utilizamos las personas en nuestro día a día no se produce dentro de un laboratorio. En su lugar, y como todos sabemos, el agua se capta de fuentes naturales como son los ríos y los manantiales, así como los pozos y los embalses. En ocasiones incluso del mar gracias a la existencia de la tecnología desalinizadora.
Potabilización
Ahora ya sabemos de dónde procede el agua del grifo. Sin embargo, ese agua no es necesariamente potable: puede contener restos de minerales, restos de microorganismos patógenos y muchos otros restos. Y es por eso que se interviene el agua a través de un proceso conocido como potabilización: técnicas químicas, físicas y microbiológicas destinadas a higienizar el agua.
Transporte y almacenaje
El agua ya ha sido captada y convenientemente potabilizada en las plantas de potabilización. Pero tiene que ir desde ahí hasta tu domicilio de alguna manera. Eso lo hace precisamente a través de una red de tuberías y cañerías que van hasta las zonas rurales y urbanas del país. Mientras tanto, se almacena en depósitos con unas dimensiones enormes. Y en óptimas condiciones.
Distribución
La distribución del agua potable mediante red de abastecimiento de agua de una ciudad cae en manos de un organismo conocido como centro de control, que gestionan el suministro en función de la demanda, y la estación remota, que supervisa la calidad del agua en todo su recorrido y corrige cualquier desviación para que se mantenga potable en todo momento.
Consumo
Este es el momento de la alegría: el momento en el que, después de los procedimientos para la captación, la potabilización, el almacenamiento y la distribución del agua, esta llega a tu hogar. Y en una cantidad vasta. Y con una calidad excelente. No obstante, a veces, y dependiendo de la zona, puede ser necesario usar algún descalcificador para protegerse de las aguas muy pesadas.
Tratamiento de aguas residuales
El círculo se cierra a través de la red de saneamiento de aguas residuales. Estas llegan al alcantarillado, que no solo las reconduce sino que también las depura antes de devolverlas nuevamente a la naturaleza. Una vez hecho esto, y por el motivo de que están higienizadas, vuelven a formar parte del ciclo, ya que volvemos a captar aguas de las masas de agua naturales.
¿Qué tiene el agua del grifo?
Solemos pensar que el agua solo es agua: moléculas de H20 sin más. Pero la realidad es bien distinta: todo el agua contiene una menor o mayor cantidad de minerales. De hecho, la cantidad permitida se encuentra muy regulada por el ministerio de Sanidad. Y es lógico: una mineralización muy alta puede provocar problemas en la salud de las personas.
En concreto, el agua suele poseer más de 50 miligramos de calcio por cada litro, 44 miligramos de sodio por cada litro, 17 miligramos de magnesio por cada litro y 160 milogramos de bicarbonato. Estas condiciones te permiten disfrutar del agua sin correr riesgos.